Desde que se inicio la última operación militar israelí contra el grupo terrorista HAMÁS, se extiende por el mundo occidental, y muy especialmente por los países de la Unión Europea, una ola de antisemitismo realmente preocupante. La imagen de un pueblo acosado por la “bestia sanguinaria” del ejercito israelí recorre las pantallas de todas las televisiones europeas, llena las primeras páginas de la prensa escrita, circula por internet a velocidad de rayo y atrona las ondas de las emisoras de radio. Esta campaña mediática a favor de un Estado que no existe y de un grupo terrorista que se hizo con el poder en la franja de Gaza después de arrasar a la Autoridad Nacional Palestina en un enfrentamiento guerra-civilista, está calando y mucho en el pensamiento de una juventud que, salvo honrosas excepciones, presenta un desconocimiento casi total de la historia reciente de Oriente Medio.
Permitidme pues, amables lectores y queridos amigos leales, que en honor a la verdad histórica y a la justicia política, este humilde comentarista se permita refrescar la memoria de aquellos cuyas opiniones o están deformadas por el desconocimiento de la realidad o por un odio irracional hacía todo aquello que proceda de la nación judía. Si me enfrasco en esta tarea es por un deber hacía mis ancestros. Por mis venas corre sangre semita y por mi nacimiento y educación siempre he simpatizado con el pueblo árabe y con su cultura ya que, como dicen los franceses, soy “un pied noire”. A ambas ideologías les debo reconocimiento y respeto; por ello me indigna el tratamiento sectario y partidista que se está dando al enfrentamiento entre dos pueblos que tienen en común mucho más de lo que la inmensa mayoría piensa.
Corría el año 1947 cuando las Naciones Unidas aprueban la partición del antiguo protectorado británico llamado Palestina en dos estados: el Estado de Israel y el Estado Palestino. El primero fue proclamado solemnemente el 14 de Mayo de 1948; el segundo jamás, hasta la fecha, ha llegado a existir. ¿Por qué motivo, el estado palestino no fue creado? Simplemente porque los países árabes de su entorno se opusieron a su creación y al grito de “echemos a los judíos al mar” desencadenaron la 1ª Guerra árabe-israelí, origen de la confrontación que aún perdura.
Perdida ésta guerra por los árabes, se inicia el terrible exilio de más de cuatro millones de palestinos hacía los países árabes “hermanos”, los cuales acogen a los hijos de Ismael (de ahí su nombre de ismaelitas) como auténticos parias, encerrándolos en campos de refugiados tan horribles como Yan Yunes.
En Julio de 1951, y como consecuencia del regicidio de Abdullah I de Jordania ,las tensiones entre jordanos moderados y los palestinos radicales- refugiados en dicho Reino desde el exilio de 1948- llega a su punto máximo dando lugar a feroces enfrentamiento que se saldan con una verdadera carnicería en las filas palestinas.
Con motivo de la nacionalización, en 1956, del Canal de Suez por parte del Rais egipcio Nasser, Francia y Gran Bretaña pactan con Israel la necesidad de un ataque a Egipto; no son los israelitas los que están interesados en la no nacionalización del Canal, sino las dos grandes potencias europeas las que les obligan a actuar de punta de lanza en el ataque combinado efectuado para defender los intereses anglo-franceses. En esta 2ª Guerra árabe-israelí, los judíos se ven forzados a intervenir por las presiones y amenazas de las dos grandes potencias europeas de la postguerra en aras a la defensa de los objetivos de la política medio-oriental de Londres y París. Y ello queda demostrado cuando EEUU “ordena” a los judíos que abandonen sus posiciones a lo largo del Canal y regresen a sus bases en territorio propio.
1967 será testigo de un nuevo y terrible acoso al Estado de Israel por parte de las grandes potencias árabes de la zona. Así Egipto, Siria, Jordania e Irak lanzan una ofensiva por sorpresa y sin previa declaración de guerra, sobre territorios de soberanía judía. La respuesta por parte del ejército hebreo fue fulminante; en apenas seis días de combate derrotan a la coalición árabe y se anexionan la península del Sinaí, Cisjordania y la franja de Gaza. Este fue el resultado de la 3ª Guerra entre árabes e israelitas, conocida también como la “Guerra de los 6 Días”.
Pero los árabes no cejan en su empeño de “echar al mar” a los judíos y así, el 6 de octubre de 1973, los países árabes vuelven a atacar territorios judíos durante la celebración de la gran festividad judaica del Yon Kipur. Tras encarnizados combates y enormes pérdidas por ambas partes, los israelitas logran rechazar a sus enemigos poniendo así fin a la 4ª Guerra entre ambos pueblos.
Estos son los antecedentes remotos del conflicto del que nos estamos ocupando.
Conviene observar cómo, salvo la segunda guerra entre israelitas y musulmanes, todas fueron declaradas por los árabes y todas ellas se hicieron en nombre de la “causa palestina”. Y es aquí donde aparece la primera gran mentira.
Cada potencia árabe se ha servido de los palestinos para sus propios intereses y cuando estos últimos se han resistido han sido literalmente masacrados. Así sucedió en Jordania, en 1971, cuando durante el conocido como Septiembre negro, fueron asesinados 30000 palestinos a manos de sus “hermanos” jordanos; así fue, también en el Líbano, país en el que se había refugiado la Organización para la Liberación de Palestina (O.L.P) huyendo de los jordanos, y donde los sirios intentaron destruir dicha Organización acabando con la vida de Arafat, quien tuvo que huir a Túnez para salvar la vida.
Cuando en 1978, el primer mandatario egipcio, Anwar el Sadat negocia con Israel un Tratado de paz serio y sincero, mediante el cual Israel devuelve a Egipto la península del Sinaí y obtiene a cambio su reconocimiento total como Estado por parte de la nación islámica más poderosa, los demás países árabes consideran al mandatario egipcio como un traidor y decretan su futura muerte, lo que ocurre tres años más tarde cuando extremistas islámicos de la facción Hermanos Musulmanes, asesinan a Sadat durante el desfile militar que presidía. Este asesinato pone fin a la primera y única posibilidad real de alcanzar la paz con Israel y de permitir que más de dos millones de refugiados palestinos hacinados en campos en territorio de otros países fronterizos, pudiesen regresar a su tierra de origen. Es curioso observar que entre los asesinos del rais egipcio figuraban miembros de las brigadas de Al Aksa, brazo armado de Al Fatah el partido de Arafat, que dominaba el Frente de liberación de palestina (FLP).
Muy interesante también es analizar la invasión de Kuwait, por parte del Irak de Saddam Hussein. Bajo el pretexto de que Kuwait era una provincia iraquí y que en ella se deseaba recolocar a los palestinos, Saddam decide invadir una “nación hermana”. Arafat no duda en ponerse del lado de los iraquíes, lo que da lugar a que la OLP deje de recibir los créditos que le otorga Arabia Saudí y los palestinos sufran el acoso físico y material de sus hermanos en el Islam. Ahogado financiera y económicamente, expulsado de Túnez y acosado por los fundamentalistas de Hamas- brazo escindido de la organización egipcia de los Hermanos musulmanes y que creado por el jeque Ahmed Yasin se ha asentado pricipalmente en la franja de Gaza- Arafat se echa en brazos de la U.E, la cual, con el beneplácito de los EEUU de Norteamérica, lo instala en los territorios actuales, le crea ese engendro político llamado Autoridad Nacional Palestina, como primer paso para la creación de un estado palestino, le apaña unas elecciones para nombrarle presidente, mantiene económicamente a su organización, financiando su corrupción estamental así como su rearme militar, y todo a condición de que firme la paz con Israel( Acuerdos de Oslo). Bien los resultados saltan a la vista. Tres “intifadas”, criminal utilización de niños para la comisión de atentados, aumento vertiginoso del terrorismo, compra ilegal de armamento pesado a Irán, China y Rusia , acoso a los intereses israelitas en la zona etc…
A la muerte del corrupto Arafat (se estima que su fortuna personal ascendía a mas de 700 millones de euros), la subida al poder de Mahmud Abbas como nuevo presidente de la ANP no se ha visto acompañada por un cambio en las costumbres y métodos de actuación de la Autoridad Nacional. El nivel de corrupción sigue siendo altísimo, la desatención de las necesidades más perentorias de la población continúa de forma escandalosa: faltan escuelas, la asistencia sanitaria es inexistente; el 90% de la población vive por debajo del umbral de pobreza; el contrabando de armas es un negocio muy floreciente para las mafias que pululan en los territorios bajo el control de dicha Autoridad; el índice de paro es aterrador superando el 60% de la población activa; la presión de Israel sobre el territorio de la franja se hace asfixiante etc.. Todos los intentos de negociación auspiciados por la UE con la colaboración de Egipto han fracasado. Y es en este desolador panorama cuando surge con fuerza la HARAKAT al-MUQÁWAMA-al ISLAMIYA, más conocida por su acrónimo de HAMÁS.
Pero ¿ Qué es Hamás? Pero dejemos esta cuestión para un próximo artículo que titularé: “Hamás o la cólera de Alá”
JUAN ESPAÑOL
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