miércoles, 18 de febrero de 2009

LA PAZ NO SERÁ POSIBLE

A través de los dos anteriores artículos dedicados al análisis de la confrontación árabe-israelí que viene teniendo lugar desde el año 1947, y en los que hemos examinado los antecedentes remotos y próximos del mismo (“ La Gran Mascarada”), así como la inferencia que la creación del grupo islamista radical Hamás (“ Hamás o la cólera de Alá”) ha tenido en el actual panorama político, social y militar de aquellos territorios, llega el momento en que debamos establecer unas conclusiones que nos permitan determinar, si en algún momento de la historia, la Paz será posible en aquella tierra sagrada y, a la vez, mártir. Lo que aquí se va a exponer es la opinión personal del autor de este trabajo, que en ningún momento pretende que sea compartida por sus lectores, y de la que se responsabiliza totalmente. Dicho lo anterior, veamos a que conclusiones se puede llegar en tan delicado tema.

La primera es que el pretendido “Estado Palestino” es una entelequia con pocos visos de realizarse algún día. Jurídica, y sobre todo, políticamente, Palestina no existe; existen los territorios donde se asienta un pueblo, el palestino, que sufre el desgarramiento partidista de sus líderes y padece el acoso asfixiante del Estado de Israel y la utilización interesadas de los países árabes de la zona. Pretender que la ANP, engendro creado por el contubernio entre la U.E y los EEUU de Norteamérica para lavar su mala conciencia por la aberración que supuso el desmantelamiento del protectorado británico en aquellas tierras, es simplemente un desvarío. Las dos facciones que se disputan el poder en aquella zona no están legitimadas para alzarse con la enseña de la defensa de los derechos de un pueblo humillado y despreciado por propios y extraños. Tanto Al Fatah como Hamás, están al servicio de intereses extranjeros y espurios a la causa palestina y muy poco interesados en que se ponga fin a esta situación kafkiana que se vive desde hace más de 60 años. La ANP esta deslegitimada a causa de la corrupción y el nepotismo que anida entre sus dirigentes y sólo por la ayuda que recibe de Occidente puede sobrevivir. Hamás es utilizada como punta de lanza contra Israel, por los enemigos eternos de este Estado, o sea Irán, Siria, Jordania y Líbano que utilizan la causa del pueblo palestino, como forma eficaz de atacar y poner contra las cuerdas de la opinión pública a los israelitas. El slogan “echemos a los judíos al mar” es el leitmotiv que se extiende desde Damasco y Teherán hasta las orillas del Mar Rojo, acompañados por los corifeos jordanos y libaneses a los que poco importa la situación que viven los palestinos. Hamás es una sucursal del terrorismo internacional que propician y fomentan los sirios del partido nacionalsocialista Baas y los ayatolás iranís, de confesión chiita y enemigos irreconciliables de los sunitas, o sea del Islam que practica el cien por cien de los palestinos.
La segunda es que mientras Hamás continúe engañando a su pueblo con “panem et manu militari” en tanto que la ANP sigue robando y expoliando a ese mismo pueblo, el futuro democrático y en libertad de los palestinos será inviable. Hamás , como muy bien comprendió el militante de Al Fath Muhammad Dahlan, ha extendido una Red Social tan densa y bien entramada, en la que mezcla el adoctrinamiento religioso con el político y militar, que será muy difícil desmontarla en el futuro. Esta red se surte de donaciones extranjeras, de la práctica del contrabando a gran escala e incluso del robo, y si alguien lo dudaba ahí está el reciente caso de la confiscación de la ayuda humanitaria enviada a los territorios para paliar el desastre humano de los recientes enfrentamiento, que ha servido a Hamás para alzarse ante su pueblo como el Redentor de todos sus males. Además a su favor opera el altísimo grado de analfabetismo que asola a la población de Gaza y la facilidad con que estos siguen a aquellos que siembran sus mentes con el odio y el revanchismo que caracteriza a los radicales de cualquier pelaje.
La tercera, no es otra, que la postura intransigente y asfixiante del Estado judío para resolver, lo que a mi entender es la cuestión clave del problema, o sea, los asentamientos judíos en tierras palestinas y la asfixia económica, con la excusa de la seguridad, a la que está sometiendo a la población árabe. Mientras Israel no proceda al desmantelamiento de estos asentamientos ilegales, muchos de los cuales se han establecido violando flagrantemente los acuerdos de Oslo; hasta que el gobierno de Tel Aviv no comprenda que es necesario abrir fronteras para facilitar el paso de trabajadores árabes y que se establezca un flujo comercial y financiero entre ambas partes; en tanto en cuanto, los israelitas no entiendan que miles de palestinos tiene el derecho a regresar a sus hogares de los que fueron expulsados ilegítimamente y se ponga fin a la diáspora del pueblo hermano, no será posible llegar a ningún acuerdo válido y eficaz.
La cuarta es que mientras Hamás siga en Gaza y amenazando Cisjordania no hay acuerdo de paz posible; mientras Egipto y Jordania no se comprometan con una solución regional, no habrá plan de paz que funcione; y mientras Irán continúe con su proyecto nuclear amenazante para Israel, la paz será imposible.
La quinta y última, no es otra que el derecho de Israel a defenderse de los ataques repetidos procedentes de la franja de Gaza y que pone en peligro la vida de sus ciudadanos. Israel es un estado democrático que lucha por su supervivencia desde hace más de sesenta años, rodeado de países declaradamente enemigos y sufriendo la incomprensión y la incuria de aquellos que se llaman aliados. Los regímenes políticos de los estados árabes que rodean a los israelitas, son cualquier cosa menos democráticos, pero a todos ellos les une el hecho de que son irracionalmente antisemitas. Por tanto mientras no cambien esos regímenes políticos y se abandone el antisemitismo y el odio a la estrella de David, Israel seguirá respondiendo con firmeza a los ataques que se le dirijan. Que esa respuesta sea proporcionada, desproporcionada, inútil o sangrienta (“operación Plomo Fundido”) es una cuestión muy digna de ser debatida en foros intelectuales, pero desde el punto de vista de la supervivencia de un pueblo, es una cuestión totalmente baladí a los que poco importa si son “galgos o podencos” puesto que lo que quieren es que no les “cacen”.
Como comprenderán los amables lectores que hayan tenido la paciencia de seguirme a través de esta serie de artículos, el panorama es desolador, pudiendo concluir, con mucho dolor y desesperanza que la PAZ NO SERA POSIBLE, en mucho tiempo.

JUAN ESPAÑOL

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