El cáncer es una temible enfermedad, causada a partir de un grupo de células que dejan de cumplir su función dentro de su correspondiente órgano, consumiendo los recursos del paciente y reproduciéndose sin control. El cáncer se origina debido a motivos ambientales o sistémicos. En muchas ocasiones, las células cancerosas mueren sin dejar rastro alguno, ya que no consiguen ser viables al no ser capaces de reproducirse con éxito. Sin embargo, aquellos canceres que prosperan, consiguen apropiarse de mecanismos de sustentación que burlan la inmunidad del paciente y llegados a su curso, alteran las funciones vitales dando lugar a su muerte. Cuando un cáncer se establece dentro de un órgano, su gravedad depende de la rapidez de su crecimiento y su capacidad para extenderse a otros órganos. Una vez que el cáncer aparece y se establece fuera de su lugar de iniciación, nunca se puede estar seguro de que no vuelva a reaparecer en algún otro órgano.
Aplicando conceptos biológicos del cáncer a los nacionalismos secesionistas dentro de la Nación, se pueden crear grandes paralelismos. El nacionalismo vasco, por ejemplo, originado a través de Sabino Arana, se inició gracias a sus dotes personales para extender ideas dentro del tejido social. Para la aparición de los nacionalismos recientes de la democracia, tuvieron que darse unas circunstancias “ambientales” adecuadas: su gestación durante la dictadura franquista, el grado de desigualdad de desarrollo entre las distintas regiones del país, así como el oportunismo de las clases políticas regionales para aferrarse al poder. El victimismo dio lugar al odio y del odio se pasó al terrorismo.
El chantaje, la extorsión y la indiferencia alimentan y sostienen a las alteradas mentes de aquellos que tienen como fin el de causar daño y extenderlo hasta la destrucción de la Nación, incluso si esto es perjudicial para ellos mismos. Los terroristas, disfrazados de paisano, se aprovechan de la proximidad de Francia para hallar ahí su refugio frente a la policía. En muchos casos, la clase política puede hacer la vista gorda a los disturbios callejeros, y no detener a ningún terrorista o simplemente ser cómplices de aquellos que no condenan sus perversas acciones. Los nacionalismos se nutren los unos de los otros. Hemos visto cómo en los últimos años el nacionalismo vasco y catalán han prosperado, extendiéndose a otras regiones como Galicia o Baleares. El nacionalismo como forma de entender la política, la cultura y las instituciones está ya bien establecido en algunas regiones de España, como en un paciente con cáncer al que se le desarrolla metástasis. Prueba de ello es que tales fuerzas nacionalistas se integran dentro del tejido social y el estado mismo no escatima medios para su manutención, bajo el amparo del estado de derecho, proporcionándoles los mismos privilegios que a aquellas otras fuerzas que velan por la integridad de la Nación. Si esto no es un cáncer para la Nación, mucho se le parece. Prueba de ello es lo sorprendentemente lógico que suena el primer párrafo si se substituye “cáncer” por nacionalismo, “órgano” por región y paciente por “Nación”:
El nacionalismo es una temible enfermedad, causada a partir de un grupo de células que dejan de cumplir su función dentro de su correspondiente región, consumiendo los recursos de la Nación y reproduciéndose sin control. El nacionalismo se origina debido a motivos ambientales o sistémicos. En muchas ocasiones, las células nacionalistas mueren sin dejar rastro alguno, ya que no consiguen ser viables al no ser capaces de reproducirse con éxito. Sin embargo, aquellos nacionalismos que prosperan, consiguen apropiarse de mecanismos de sustentación que burlan la inmunidad de la Nación y llegados a su curso, alteran las funciones vitales dando lugar a su muerte. Cuando un nacionalismo se establece dentro de una región, su gravedad depende de la rapidez de su crecimiento y su capacidad para extenderse a otras regiones. Una vez que el nacionalismo aparece y se establece fuera de su lugar de iniciación, nunca se puede estar seguro de que no vuelva a reaparecer en alguna otra región.
Manuel Corpas, PhD
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